Por Nico Antoniucci
El otoño llega junto al Día Forestal Mundial, 21 de marzo, pero en Mar del Plata parece que para una parte de los vecinos comienza el Día Marplantese del Maltrato Vegetal. Y lo estamos diciendo hoy, con antelación, porque lamentablemente todos los años ocurre lo mismo. Al menos desde los 90´s, cuando el Estado Municipal hizo abandono de sus obligaciones institucionales sobre el patrimonio forestal público y lo arrojó encima de las espaldas del frentista. Insisto con este tema porque es de suma importancia para la calidad de vida de los marplatenses y su economía, de forma pasiva y activa. Se trata de millones de dólares si ponemos en juego: ahorro energético, tanto en electricidad en verano como en gas en invierno; eficiencia del alumbrado público cuando se plantan arboles pequeños o se mutilan los grandes, dejándolos por debajo de las farolas; y de de devaluación inmobiliaria de casas, incluso de barrios, cuando el estado del entorno forestal está deficiente tanto por poda ilegal como por falta de ejemplares. Se sabe que un inmueble de idénticas características puede valer hasta un 20% más si se encuentra en un barrio con buen entorno arbolado versus otro que no. Es una fortuna tratándose de una ciudad pujante en la industria de la construcción como la Feliz, que en menos de un siglo miltuplicó (inventamos una palabra nueva) su población.
Ya que hacemos historia, a principios de siglo pasado los intendentes tenían mucho más conciencia del valor patrimonial del arbolado que los de los últimos años, sin importar bandería política. Entre los años 30 y 50 se plantó el 80% del arbolado actual porque, según quedó escrito en los digestos de la época, boletín de Agosto de 1926, sito “los árboles desempeñan un rol importantísimo en la economía de los pueblos: regularizan la atmósfera del punto de vista de su composición y temperatura, haciendo más salubre las perspectivas de color y de distancia, facilitan el transito los días estivales y enriquecen el patrimonio de la comuna”. Ahí está, señores y señoras políticos, esto se sabe desde hace casi cien años. Claro, en 1926 no existía Instagram y los políticos no se sacaban fotos como ahora al lado de un plantín, proyecto de árbol, que nunca llegará a ser tal. ¿porqué? Porque para hacer un árbol se requiere gestión y seguimiento, cosa que no existe hace décadas en Arbolado Urbano. Un árbol no se riega con likes, no se cuida con métricas ni con algoritmos de Zuckerberg. Cuidar un plantín joven de árbol es una tarea invisible que no trae votos. Y mucho menos, cuidar el patrimonio de árboles adultos. Delegárselos al frentista es un acto de casi de cobardía, típica de un estado caro y poco eficiente. Una ciudad seria ni se lo plantea. CABA, Rosario, Córdoba, Mendoza, entre otras no se lo cuestiona; lo gestiona. Y ahí están, ciudades hermosas por su urbanidad, pese a lo poco beneficiadas por sus características naturales. Pero el paisaje urbano, el creado por el ser humano, es suficiente para asegurar una buena calidad de vida. Especialmente en Mendoza, donde antes de su fundación era un desierto poco hospitalario para la vida humana.
Pero, me pregunto, ¿es imposible para la comuna encargarse? No, señores. Nuestro municipio cuenta con un plantel de buenos podadores
Cuestión que no saca fondos a otros urgencias